El acné es una enfermedad de la piel que cursa con lesiones conocidas como puntos negros o comedones, pápulas, pústulas, nódulos, quistes y hasta forúnculos. Dependiendo de la duración, la intensidad, los tratamientos, la manipulación, etc. la enfermedad va dejando huellas de su paso por la piel. Estas son cicatrices, que se diferencian de otro tipo de cicatrices como los de una cortadura, que van de fuera hacia la profundidad, las que produce el acné se forma desde la profundidad a la superficie.
Es por ello que su tratamiento debe ser integral. Se debe trabajar la superficie, es decir la epidermis, y esto se puede hacer con peelings que pueden ser físicos por medio de dermoabrasiones, químicos por medio de ácidos, y lo más novedoso y sofisticado que es hacer por medio de luz, pero no cualquier luz, debe ser un láser de CO2 que tiene afinidad por el agua y en la epidermis hay una buena cantidad de ella lo que le hace el láser de elección para quitar toda esa capa de la piel. Los equipos de láser CO2 actuales fraccionan su haz de luz para dejar pequeñas zonas sin lesionar de manera que la recuperación es mucho más rápida.
Al producir una quemadura se debe tener cuidado con la exposición solar, ya que nos va a nacer una nueva piel, que en un inicio es frágil y debe protegerse.
A nivel de la dermis se debe realizar un tratamiento que consiste en ir rompiendo las fibras que provocan los hundimientos de la cicatriz, además de la colocación de medicación intralesional regeneradora.
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